“La piété populaire, pardelà rationalisme et superstition” fue el título que ha elegido el profesor Fabrice Hadjadj para la ponencia dictada en el II Congreso de Hermandades y Piedad Popular, dando así comienzo a la cuarta jornada de este evento internacional.
El ponente fue presentado por Eduardo Ferrer, de la Universidad de Sevilla, quien auguraba “una magistral ponencia en contenido y profundidad”, no en vano, Hadjadj es reconocido como el filósofo católico francés más influyente del momento.
Por medio de una videoconferencia, Hadcjadj ha comenzado su intervención recordando diferentes acciones relacionadas a la piedad popular, en la que ha expuesto una anécdota personal donde él mismo experimentó la presencia de Dios en una tarde de angustia, cuando aún no era creyente, por medio de encontrar un rosario en un cajón (obsequio de un compañero católico) aferrándose a él como “un amuleto, una escalera de cuerda, como un salvavidas”.
Posteriormente, ha lamentado que, en muchas ocasiones, “hay menos gente en la Eucaristía que en una corrida”. Al respecto, ha evocado una copla andaluza que hace alusión a una “fiel infidelidad”. Esto, ha dicho, “es tal vez el corazón mismo de la cuestión, porque todo el problema y el misterio de la piedad popular se encuentra aquí concentrado; porque aquí se reencuentra a la vez el escándalo y el amor, la blasfemia y la devoción”.
Más adelante, se ha preguntado cuándo seríamos “como los pies del Señor, uno encima del otro, un pequeño clavo entre los dos, es un cuarteto anónimo como esas oraciones sin ortografías que se pueden leer en el cuaderno, que se encuentra en la peana de la Dama del Buen Socorro. Este cuarteto se refiere a la cruz de Cristo para reclamar el abrazo más carnal, toma el lugar del dolor extremo como metáfora de la voluptuosidad. Es esto con toda evidencia, una instrumentalización, un envilecimiento, un sacrilegio”.
Continuando con la copla, ha señalado que “el cantaor respira en una atmósfera católica, incluso en sus deseos más sensuales piensa aún en el crucifijo”. “La figura del cantaor -ha añadido- está dentro de dos grandes líneas: el arco del cielo, en el exterior, y el zigzag que culebrea dentro de su alma. Esas dos grandes líneas son también las de la piedad popular, lo eterno y lo cotidiano, la fe en la verdad y la pasión que ciega, lo más espiritual y lo más carnal, en una especie de cortocircuito mientras que la parte intermediaria, racional, está obtusa o ausente”.
¿Religiosidad y religión?
El filósofo y escritor francés ha continuado su conferencia disertando sobre la expresión ‘religiosidad popular’, que “conduce automáticamente a distinguir la religiosidad de la religión. La religión -sin duda- sigue ahí, pero se ha vuelto borrosa, más afectiva que efectiva y se acomoda fácilmente a ciertos residuos llamados paganos con peligro de sincretismo”, ha apuntado. Pero -se cuestionaba- “a qué se opone el adjetivo popular, en qué consistiría una religión no popular”. El ponente se contestaba a sí mismo indicando que “se trataría de una religión elitista, sapiente”.
Posteriormente, ha hecho un recorrido por las diferentes culturas para evidenciar las diferencias entre la religiosidad y la superstición. En esta línea, ha compartido que “el proyecto del hombre cibernético es la superstición 2.0, de ahí el deslizamiento de la religiosidad a la irreligión popular y la sustitución del rosario por el smartphone”. Para terminar, ante esta realidad imperante, ha propuesto que “los filósofos deben desmitologizar, pasar de lo sensacional a lo racional, despojar a la religión de sus prendas populares para hacerla aparecer en su pureza sistemática”.
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