La mañana de este viernes ha tenido lugar la segunda mesa redonda titulada ‘Liturgia, historia y derecho’ moderada por Manuel García, profesor de la Universidad de Sevilla. En esta mesa de conferencias intervinieron Martín Serrano, profesor titular de la Universidad de Sevilla; Gonzalo Guzmán, director de la revista PHASE; Fermín Labarga, sacerdote de la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño y Silvia María Pérez, profesora de la Universidad Pablo de Olavide.
La disertación de Martín Serrano ha versado sobre las ‘Cofradías y Derecho en el siglo XXI: ¿Hacia un cambio de paradigma?’. Serrano ha desempeñando su labor docente e investigador en la Facultad de Derecho, en el Departamento de Ciencias Jurídicas Básicas, área de conocimiento de Derecho Romano de la Universidad de Sevilla.
Durante su intervención, Serrano ha manifestado que “la reflexión jurídica que se hacía a finales del siglo XX en Sevilla en el ámbito del Derecho se refería a la naturaleza de las cofradías, si eran de derecho privado o público, no solamente un debate teórico, sino que llegó también a la Santa Sede. Además de la incorporación de las mujeres en el cortejo procesional, eran estos los principales temas internos de los que se hablaban”.
En este sentido, “había muy poca reflexión jurídica y, poca relación con la sociedad civil. Esto ha evolucionado en los últimos años. Una relación que se ha convertido en problemática”, subrayó.
Liturgia y piedad popular
Seguidamente, tuvo la palabra el sacerdote Gonzalo Guzmán, director de la revista PHASE, quien desarrolló una intervención sobre la ‘Liturgia y la piedad popular. Un caso serio’. Durante su alocución ha manifestado que “La relación entre la liturgia y la piedad popular es definitivamente compleja para la teología que ha existido desde los primeros siglos. La piedad popular con sus multifacéticas manifestaciones hace verdadera explosión. Ante una liturgia separada del pueblo ésta se transformó en el gran elemento espiritual celebrativo, entre la liturgia y la piedad popular es posible reconocer algunas contradicciones, las más complejas de todas son aquellas teológicas”.
Actualmente es administrador de la Parroquia de San Juan de Ávila en la Archidiócesis de Barcelona y profesor del Instituto de Liturgia ad instar Facultatis del Ateneo Universitario «Sant Pacià» de la misma ciudad. En su alocución dijo que “la piedad popular debe estar siempre en permanente purificación, porque han sido muchas las ocasiones en que su teología subyacente se aleja o directamente contradice el dato relevado”. En este sentido, “existen otras contradicciones de tipo celebrativo, como, por ejemplo, el exuberante uso de la mímesis por parte de unas y la escueta sobriedad de la anamnesis (memorial), de las otras. También contradicciones de carácter pastoral”.
Sacrosanctum Concilium, pasando por Evangelii Nuntianti hasta Evangeli Gaudium “el avance teológico ha sido importante y la valoración hacia la piedad popular ha crecido considerablemente, aun se está aprendiendo a apreciarla, pero ya se han perdido algunos miedos, si bien no todos y ya se ha afirmado con contundencia que es expresión del sacerdocio común, por ende, ejercicio del sacerdocio de Jesucristo y lugar teológico necesario a considerar al momento de pensar la evangelización”.
Sobre la connaturalidad popular en el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo, dijo que “este notable avance en el magisterio reflejo del quehacer teológico de los últimos 60 años es importante comenzar afirmando la ya aceptada connaturalidad entre piedad popular y sagrada liturgia , connaturalidad que definiremos como popular, ya que el sujeto celebrante de ambas es el pueblo de Dios, cuya cabeza, Cristo mismo, gracias al misterio de la Encarnación, ejerce su sacerdocio, así, en ambas, el sujeto celebrante es el Cristo total”.
Connaturalidad en el misterio celebrado
“que no es otro que el misterio de Cristo desplegado multifacéticamente, toda la acción sacerdotal de Jesucristo tiene como punto culminante el misterio pascual, no hay celebración cristiana, litúrgica o no, cuyo centro no sea el sacrificio de Cristo en la cruz y su glorificación, desde los inicios de Cristo, esta centralidad celebrativa fue primordial”.
Guzmán destacó también la connaturalidad pneumatológica, referente al Espíritu Santo, “agente principal de las dos. Liturgia y piedad popular son reflejo del pneuma divino y el pneuma humano, si bien el Espíritu Santo es garante de encuentro con Cristo, su acción epiclética en una y otra es diversa”.
Connaturalidad también en el contenido teológico “con sus dimensiones trinitarias, cristológicas y eclesiales. La liturgia y la piedad popular no responder a dos revelaciones divinas paralelas, sino mediante a la única realizada mediante palabras y hechos intrínsecamente conexos querida por Dios cono economía de salvación, para darse a conocer a sí mismo y a su voluntad, fruto de ese entramada histórico cultural, divino y humano surge la liturgia con sus ritos y oraciones y también surge la piedad popular con sus múltiples manifestaciones. La Sagrada Liturgia es paradigmática y modélica por su carácter performativo sacramental”.
En este sentido, destacó que la “piedad popular, para que sea tal, debe ser un encuentro eclesial con Cristo en el Espíritu de un pueblo que camina al Padre”. El presbítero Gonzalo Guzmán enunció diversas connaturalidades más, entre ellas, en el lenguaje simbólico. Concluyó que “la relación entre la liturgia y la piedad popular encuentra su punto y camino de armonía necesariamente en Cristo y sus misterios históricos – salvíficos”. Refirió que “se debe trabajar para que entre ambas realidades del único culto del pueblo sacerdotal de Dios se produzca una preciosa sinergia; la anámnesis litúrgica y la memoria contemplativa popular están llamadas a convivir en una sana osmosis cultual, comprendiendo el lugar, similitudes y diferencias de cada una de ellas en la sacramentalidad de la Iglesia”.
Así, “es siempre el Espíritu Santo quien despierta la memoria en los fieles suscitando la acción de gracia la alabanza y realizando su santificación. Como se ha dicho, esta relación teológicamente ha dejado de ser ‘paralela’ o ‘contraria’ y se le comprende como necesaria y estrecha, es decir, connaturales por su sujeto, misterio, contenido y celebración. Se puede decir, desde la perspectiva litúrgica, que una, en cuanto memoria contemplativa – mímesis (piedad popular), prepara y prolonga y, la otra, en cuanto memorial celebrativo – anámnesis, realiza”.
Finalmente, “la aproximación desde la evangelización abre caminos de encuentro y diálogo para que pastores, teólogos y todo el Pueblo de Dios, evitando ‘reduccionismos’, prejuicios y ‘pasiones’, puedan, desde la connaturalidad afectiva, seguir ejerciendo su sacerdocio y celebrar los misterios de Cristo con la noble sencillez litúrgica y con la exuberancia de la piedad popular”.
Cofradías penitenciales
Por su parte, el sacerdote Fermín Labarga dialogó sobre ‘El nacimiento de las primeras cofradías penitenciales españolas’. En su disertación manifestó que “las cofradías de penitencia son el resultado de una serie de fenómenos que convergen en el siglo XVI, un periodo crucial para la Iglesia católica en el que tiene que promover una reforma interna de hondo calado y amplitud”
Labarga es sacerdote de la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño. Doctor en Teología (2000) y en Filosofía y Letras (2012) por la Universidad de Navarra, institución en la que desempeña su actividad como Profesor Ordinario de Historia de la Iglesia, así como Director del Instituto de Ciencias Religiosas. Pertenece además al Grupo de Investigación TrentUN: Trento en el mundo hispánico. Renovación individual, social y cultural.
“¿Cuándo es posible afirmar que nos encontramos ante una cofradía penitencial?” – se interrogó – “Solo cuando existe una cofradía que reúne los cuatro siguientes requisitos: Está dotada de una estructura y organización estable, su advocación está relacionada con la Pasión y celebra una procesión de penitencia durante la Semana Santa”.
Sobre la penitencia resaltó que consistir en el ejercicio de la disciplina, “portar una cruz u otras semejantes, así como en el hecho de ir descalzos y con un hábito específico”, Existen, por tanto, “penitencias cruentas (disciplina, cilicio, golpes, corona de espinas, e incruentas (descalcez ritual, portar cruces al hombro o en forma de empalado, cadenas, u otros elementos)”.
En general, “las cofradías optaron por formas de penitencia no escandalosas ni excesivas, buscando la modestia y la moderación de los penitentes que, por otro lado, debían asegurar su anonimato cubriendo su rostro con un antifaz. El hábito consistía normalmente en una túnica larga de tela basta, al estilo de las camisas o hábitos utilizados por los penitentes públicos”.
Mujeres y hermandades
Silvia María Pérez, pronunció una ponencia titulada ‘Mujeres y hermandades desde la Edad Media hasta la actualidad’. Natural de El Puerto de Santa María -Cádiz- (1970), es licenciada en Geografía e Historia sección de Historia Antigua y Medieval por la Universidad de Sevilla y doctora en Historia por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. En la actualidad es profesora titular del departamento de Geografía, Historia y Filosofía de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.
Su tesis doctoral, leída el treinta y uno de octubre de dos mil uno y titulada “Iglesia y Sociedad en Sevilla en la baja edad media”, obtuvo la calificación de sobresaliente cum laude por unanimidad.
Destacó que “en la mayoría de las grandes religiones las mujeres han tenido un trato diferente al de los hombres con los que comparten creencias”.
Pero hubo excepciones que permitieron a las mujeres medievales tener un papel más amplio a pesar de las limitaciones. “Una opción que tenían las mujeres de finales de este periodo para ampliar sus creencias personales, sus prácticas religiosas y su individualidad era pertenecer a una cofradía. Las cofradías en cualquiera de sus tipos, devocionales, penitenciales o asistenciales, son una de las instituciones más importantes de los grupos laicos. Se podían encontrar tanto en parroquias como en conventos”.
En su exposición, Pérez González, hizo un repaso de los vínculos entre las mujeres y las cofradías en Andalucía a finales de la Edad Media, especialmente los vínculos tras la muerte establecidos a partir de las últimas voluntades y en las reglas de las cofradías, las relaciones de género relacionadas con los rituales funerarios en perspectiva comparada muestran cómo las mujeres tenían el mismo tratamiento que los cofrades varones. La muerte y las cofradías proporcionaron a las mujeres uno de los pocos espacios para la igualdad de género a finales de la Edad Media.
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