Una hermana de la cruz cierra las ponencias del congreso con una reflexión sobre la caridad

7 Dic, 2024

La última ponencia del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular ha sido pronunciada por una hermana de la cruz, presentada por monseñor Teodoro León, obispo auxiliar de Sevilla.

La conferencia, que había creado gran expectación entre los asistentes, ha comenzado asegurando que “no hay mejor manera de evangelizar que cumpliendo el mandato de Jesús: «Amaos unos a otros como yo os he amado». Esto implica que la Iglesia, Pueblo de Dios, tiene como ley fundamental la ley del amor, amor a Dios y amor al prójimo según el mandamiento nuevo que nos dejó el Señor”.

Con esta aportación, ha confesado la religiosa que ha dado lectura a la ponencia, las hermanas de la cruz “deseamos que podamos contribuir modestamente a fomentar y a estimular en todos las actitudes de gratuidad, de participación y de responsabilidad y solicitud solidaria en favor de los pobres de hoy y las nuevas pobrezas. Y especialmente para motivar la colaboración en el proyecto de la Obra Social de este Congreso, que tiene como fin apoyar el trabajo que se realiza desde los proyectos de atención en la calle a personas sin hogar, atendiendo las necesidades básicas, que implican las derivadas de la pernocta, higiene personal y ropería”.

Nuevas pobrezas

En primer lugar, la religiosa ha abordado “los pobres de hoy y las nuevas pobrezas” de nuestro día. En este sentido, ha explicado que “al ser tantos los componentes de las situaciones de pobreza, así como tan relativos según los niveles de desarrollo en las diversas etapas de la historia y en los diferentes países y culturas, no es de extrañar que resulte difícil dar una definición precisa de la pobreza que pueda servir en todos los casos y situaciones”. Si bien, ha querido destacar la pobreza espiritual, “menos visible, pero más honda” que otras pobrezas referidas. Esta, ha señalado, “se hace evidente en la indiferencia religiosa, el olvido de Dios, la ligereza con que se cuestiona su existencia, la despreocupación por las cuestiones fundamentales sobre el origen y destino trascendentes del ser humano, que influyen en el talante personal y en el comportamiento moral y social del individuo”. Por este motivo, ha da afirmado que “los pobres también están necesitados de nuestra solicitud espiritual”.

Cinco fundamentos

En la segunda parte, la hermana de la cruz ha expuesto los fundamentos de la actividad caritativa y social en la Iglesia, destacando cinco: teológico, cristológico, pneumatológico, eclesiológico, escatológico.

En cuanto al criterio teológico, ha remarcado que “nadie puede sentirse excluido del amor del Padre, especialmente en un mundo que con frecuencia pone la riqueza como primer objetivo y hace que las personas se encierren en sí mismas”.

Sobre el fundamento cristológico ha recordado unas palabras del papa Francisco, en las que asegura que “Los pobres de cualquier condición y de cualquier latitud nos evangelizan, porque nos permiten redescubrir de manera siempre nueva los rasgos más genuinos del rostro del Padre”.

En relación al Espíritu Santo, ha reflexionado que “los seguidores de Jesús debemos dejarnos mover, inspirar y orientar por el Espíritu Santo, si queremos vivir, crecer y madurar como cristianos, llamados a la perfección de la santidad. Por lo mismo, nos sentimos misioneros de la misión principal de Cristo, que fue -y sigue siendo en nosotros- la de anunciar el Evangelio a los pobres, liberar a los oprimidos y curar a los enfermos”.

“El fundamento pneumatológico se asienta, a su vez, en la eclesiología del servicio del Concilio Vaticano II -ha señalado la ponente-, que en la Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual nos dice: «No impulsa a la Iglesia ambición terrena alguna. Solo desea una cosa: continuar, bajo la guía del Espíritu, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no juzgar, para servir y no para ser servido». Este debe ser el estilo de todos los miembros de la Iglesia, pues estamos llamados a continuar el ministerio del Señor de servir a los hermanos”.

Finalmente, en relación a los fundamentos de la actividad caritativa y social en la Iglesia ha querido destacar que “las palabras de condena de Cristo en el Evangelio no van directamente dirigidas a los causantes del mal que padecen los pobres. Lo que condena es el pecado de omisión, el desinterés ante los necesitados de ayuda”. Es por ello que “el encuentro con el pobre no pueda ser para la Iglesia y el cristiano meramente una anécdota intranscendente, ya que en su reacción y en su actitud se define su ser y también su futuro, como advierten tajantemente las palabras de Jesús”.

Iglesia al servicio de los pobres

Finalmente, la hermana de la cruz ha reflexionado sobre la cómo la Iglesia debe ejercer su servicio a los pobres. Esta misión, según la religiosa, debe realizarse por tres caminos, “que no son paralelos ni independientes, sino que están llamados a encontrarse porque se implican mutuamente. Así pues, la Iglesia cumple la misión de Jesús proclamando la Palabra, la Buena Noticia de salvación, y testimoniando cuanto cree y espera (kerygma-martyria), celebrando los sacramentos (leiturgia) y ejerciendo la caridad (diakonía). Estas tres acciones son inseparables”. Por lo tanto, para la Iglesia, “la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia”.

La conferencia también ha tenido numerosas referencias al carisma de Santa Ángela de la Cruz y del padre José Torres Padilla. La misma conferenciante ha apuntado que “Siguiendo el carisma de nuestro instituto, el acompañamiento a las personas es básico en nuestra acción caritativa. Es necesario estar con los empobrecidos, hacer camino con ellos, y no limitarnos a dar a los empobrecidos, cubriendo solo sus necesidades básicas, sino, además, acercándonos a ellos, tocando sus sufrimientos y compartiendo su dolor, buscando siempre la promoción integral de la persona, devolviéndoles la dignidad arrebatada y la confianza en sus propias capacidades”.

Más adelante, ha enumerado algunas características que debiera tener la actividad caritativa y social de la Iglesia, entre los que se encuentra su catolicidad, es decir, su universalidad, y su ecumenismo, “en colaboración con los cristianos de otras confesiones, con los creyentes de otras religiones y con todos los hombres de buena voluntad, como el Concilio y el magisterio pontificio y episcopal insisten constantemente”.

En definitiva, afirmada, “la acción caritativa y social de la Iglesia, como Pueblo de Dios, fundamentada en el amor a Dios y en el amor al prójimo según el mandamiento nuevo que nos dejó el Señor, consiste en acoger, ayudar y trabajar con los pobres de hoy y las nuevas pobrezas, promocionando a las personas para que lleguen a ser protagonistas de su propio futuro, desde el compromiso de la comunidad cristiana”.

La caridad en las hermandades

La parte final de su disertación ha estado centrada en cómo las hermandades viven su misión ante los pobres, “respondiendo con creatividad y valentía a las necesidades de nuestro tiempo”.

Al respecto, ha recordado un informe publicado hace unos años en el que se exponían los resultados de un trabajo realizado con las hermandades: “En él se cuantificaba el importe total de las ayudas que las hermandades de Sevilla repartían desde sus comisiones de caridad. La cifra sorprendió a muchos, casi seis millones de euros. Hoy tras realizar un muestreo, podemos afirmar que esa cifra sería bastante mayor. Pero esas cantidades se refieren sólo a las ayudas cuantificables, fundamentalmente alimentos, ropa, pago de recibos o ayudas en metálico y eso es solo una parte de la caridad en las hermandades. Hay muchas más manifestaciones de esa caridad: atención a presos, mujeres en situación de vulnerabilidad, a conventos de clausura, comedores sociales, hogares de acogida, becas universitarias, atención a personas mayores que viven en soledad, compañía a los sin techo, economatos, atención médica o jurídica y muchas más actividades. Algunas muy creativas, como creativo es el amor”.

Caridad, solidaridad y acción social

En este informe también se distinguía entre caridad, solidaridad y acción social.

La primera, ha dicho la hermana de la cruz, es una virtud teologal que “radica en la persona, no en las organizaciones. Por ello, la misión que propone la Iglesia a las hermandades es fomentar la caridad en los hermanos”. Cuando se ha referido a la solidaridad, la ha descrito como “la conciencia de estar vinculado a los demás y a Dios, de sentirse vinculado a las necesidades de los demás, y la decisión de actuar en coherencia con esa mutua vinculación. Se presenta, por tanto, como virtud moral”. En tercer lugar ha hablado de la acción social de las hermandades: “Las actividades que realizan para gestionar y distribuir los recursos materiales obtenidos a partir de la generosidad de sus hermanos y de las actividades que cada hermandad realiza para obtener recursos”. Si bien, ha advertido que “la acción social no es un fin es sí mismo, las hermandades no son entidades filantrópicas, es la manifestación externa del ejercicio de la caridad por parte de los hermanos y expresión de su solidaridad”.

La religiosa ha concluido su ponencia siguiendo el carisma de su madre fundadora, recordando que “en el servicio a los pobres, en todas sus dimensiones, es donde se proyecta nuestro destino eterno”.

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